lunes, 4 de septiembre de 2017

APARCAMIENTO

Busca aparcamiento cerca del hospital. Todos son de pago. Da vueltas y más vueltas alrededor. No hay sitios vacíos. No existe el vacío. Después de varias vueltas descubre el tanatorio. Está cerquita del hospital, el tanatorio. Curioso, piensa. Hay sitio. Aparca y se acerca a la puerta. El edificio no es lúgubre, ni mucho menos, es moderno, soleado y tiene terraza con vistas al Llobregat. Se detiene y busca en sus bolsillos. Un chaval se anuda una corbata mirando su reflejo en el cristal ahumado de un coche fúnebre. Es un Mercedes impecablemente limpio. Su jefe, posiblemente también su padre, le ayuda en la labor. Tiene cara de buena gente, el jefe, una expresión de pena sostenida, como en piloto automático. Ambos suben al coche y bajan las ventanillas. La vida sigue. Todo fluye. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que ha encontrado aparcamiento. Se pone un pitillo en la boca y sale del tanatorio satisfecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario