viernes, 11 de marzo de 2016

DONETTES



Salió corriendo hasta que no pudo más. En una esquina miró lo sustraído. Poca cosa le podrían dar por esa cámara. Recuperó las pulsaciones, miró a los lados, se la metió en la mochila y caminó tranquilo hasta una parada de bus. Esperó no más de cinco minutos. Subió sin billete, disimuladamente, lo tenía decidido. Si decides algo y vas, no suele haber problema. El contingente es la duda y él lo sabe. Una expresión dubitativa es el primer indicio de ilegalidad. Sin embargo, él siempre fue un hombre legal hasta que las cosas se le empezaron a torcer. Hoy le salió bien el golpe y estará unos días sin pasear por el centro, lejos de sospechas. Había que celebrarlo. Primero se deshizo de la cámara. Le dieron setenta euros. Diez menos de lo que esperaba. Pero le daba igual, estaba acostumbrado a regatear y siempre acababa cediendo por pereza. Entró en un supermercado y compró una botella de bourbon. Pensaba compartirla con Olef, un bielorruso que apareció por el barrio sin que nadie lo esperara y acabó quedándose. Ambos vivían en un almacén abandonado que habilitaron a su gusto. Habían recibido ya varias órdenes de desalojo pero ellos ya estaban acostumbrados al desalojo porque ya estaban desalojados de todo. Cuando llegó, Olef dormitaba en un viejo sofá carcomido. Sacó la botella de la bolsa y les duró lo que dura media parte de un partido de fútbol. Iban medio borrachos pero también medio serenos, así que fueron al supermercado a por otra. Por el camino salió la conversación del cenar. Era recurrente la conversación del cenar. A pesar de que no solían cenar, siempre hablaban de lo que cenarían cuando llegara la hora de la cena. Compraron dos botellas más y volvieron al taller. No se sabe si por tener más alcohol o por las ansias de verse rematadamente borrachos, el bourbon desapareció antes de lo previsto y volvieron al supermercado. Por el camino salió de nuevo la conversación y Olef se puso tan pesado que acudieron a la cita del contenedor. Lo hacían un par de veces por semana lo de la cita del contenedor y solía darles bastante pereza. Pero esta vez no hubo más remedio, cuando Olef se enfadaba había que hacerle caso o era capaz de abrirte la cabeza como una nuez. Estuvieron hurgando en la basura de unos grandes almacenes durante un buen rato pero solo encontraron cartones. Fueron a un Mc Donalds y repitieron la operación. Nada. A él todavía le quedaba dinero y decidieron gastárselo en unas litronas que compraron en un badulaque. Él sugirió ir a un Seven Eleven del centro que sabía que no tiraban lo sobrante. Lo sabía de buena tinta porque el gerente era muy amigo de su ex mujer y seguro que le daría pena. Se le daba bien eso de dar pena. Tenían hambre, la cerveza empezaba a entrar mal y quedaba mucha noche como para pasarla buscando en la basura. Saltaron la barrera del metro y se encararon con el vigilante de seguridad. Olef lo solucionó todo con una mirada y se plantaron allí en media hora. Él comprobó que el amigo de su ex mujer estuviera allí pero no estaba. Le pareció extraño porque se pasaba la vida allí dentro, lo era todo para él esa tienda y era imposible que lo hubieran despedido.
-Olef, no está el pimpollo. ¿Qué hacemos?
Olef no quería oír eso. Se estaba pasando la hora del cenar, no le apetecía nada volver al barrio con el estómago vacío y entró decidido a hablar con el tipo que había al otro lado del mostrador. Él corrió detrás de Olef y trató de tranquilizarle. Lo conocía, sabía perfectamente que no tenía el don de la diplomacia, Olef. Así que se anticipó y preguntó al responsable.
-Buenas noches. Mire, venimos de lejos. ¿No tendréis algo que os sobre para cenar?
El dependiente lo miró de arriba abajo desdeñosamente.
-Por cierto, ¿David ya no trabaja aquí?
El dependiente salió del mostrador y le agarró por la solapa.
-Fuiste tú quien me robó la cámara, hijo de puta.
Le empujó y salió corriendo. El dependiente cayó al suelo, Olef le recogió y de un golpe seco le partió la cabeza contra el suelo. Caminó parsimonioso hacia la puerta, bajó la persiana del local y se puso a comer Donettes.    

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